2.-Por otra parte, en los elevados Andes, en la
altiplanicie peruana, donde la atmósfera enrarecida no retiene el calor del sol
y las noches resultan duramente frías, no es sorprendente que se prestase poca
atención a las estrellas y sí, en cambio, profunda adoración al sol. Otros
fenómenos naturales, como el trueno y el rayo, las altas montañas, peligrosos
precipicios y caídas de agua, quedaban dentro de su vista, y, naturalmente, se
les propiciaba con ritos de adoración para que protegiesen a los seres humanos
contra el peligro.
3.-Lo más importante de todo era, naturalmente, el
Sol, sin el cual no crecían los sembrados y la vida se hacía por lo común
insoportable. Había que procurarse su favor. Cuando se alejaba más y más hacia
el norte y las sombras se extendían en el mes de julio, podía temerse, naturalmente,
que el astro continuase su vuelo en esa dirección y abandonase a los hombres,
que terminarían por helarse y morir de hambre. En consecuencia, a los
sacerdotes del Sol, a los que se creía capaces en el 21 o 22 de junio de
detener su huida y de amarrarlo a un pilar de piedra en uno de sus templos, se
les tributaba veneración. Cuando las sombras dejaban de extenderse y disminuían
su duración hasta que por fin el sol volvía a cernirse sobre las cabezas y su
reino se establecía firmemente, había gran regocijo. El período de solsticio de
verano significaba una alegría tan grande como el miedo provocado por el
solsticio de invierno. Es probable que los sacerdotes del Sol, cuyas
vidas dependían del éxito al pretender controlar sus movimientos, aprendieran a
leer la extensión de las sombras arrojadas mediante grandes relojes de sol,
llamados "intihuatana" o "el sitio en que se ata el Sol".
4.-Naturalmente, uno espera encontrar estas piedras
sagradas dentro del recinto del santuario o templo en que se adoraba al Sol y
donde se enseñaba a las mujeres escogidas para que fuesen sus servidoras. Allí
aprendían a convertirse en útiles esposas de los sacerdotes y nobles que
contaban con que les tejiesen hermosas prendas, le cocinaran apetitosos manjares
y les prepararan excelente chicha, con la que se regocijaba el corazón del
hombre y su espíritu se levantaba de la pesadumbre producida por el cansancio o
el miedo.
5.-Uno de los sitios más importantes de los Andes son
las ruinas de un santuario con sus Templos del Sol, la luna y las estrellas, su
"Intihuatana", su provisión de buena agua fresca para la chicha, sus
palacios para nobles y sacerdotes y sus dormitorios para las mujeres destinadas
a ser vírgenes del Sol. Tal santuario fue encontrado por Pizarro y los conquistadores
cuando penetraron en el Cuzco. Nosotros descubrimos otro en algún sitio. Estaba
construido con prolijo cuidado por los arquitectos y albañiles incas de mayor capacidad,
en la parte más inaccesible de los
Andes.
Fuente: Machu Pichu, la ciudad perdida de los Incas.
Edit. Universo, 1977.
**************
No hay comentarios:
Publicar un comentario